Artifice de mi propia destrucción

lunes, 19 de agosto de 2013

Cartas de un Desertor

Caminando entre la incertidumbre, soplando velas en alta mar, dibujo mi vida en un cuaderno vacío, vacío de luz y oscuridad, vacío de abismos y montañas, de cielos e infiernos, de presos y libertad. Como en un cuaderno de bitácora trato de describir  la realidad tal y como la percibo, siendo yo un marinero siervo de mis pensamientos, mis temores, y mis desesperanzadas alegrías que volaron haciendo círculos en algún lugar donde solo el viento habita.
Soy un ser umbrío, lo sé, y se que he perdido por completo la noción del tiempo, y qué sé yo si incluso he perdido la razón. Este frío navío sin rumbo sólo observo como me devoran lentamente la culpa y el dolor que son compartidos en una soledad que me abruma, en un mundo rodeado de injurias y alevosías, y donde  al pecador se le recuerda en la intrahistoria de la nada, en la del alguno, en la del nadie.
Hoy con la cabeza alta, y mis ojos secos,por si acaso, asumo mi sepultura, y demasiado lejos de ser cierto, creo en Dios y en mi verdad que nunca fue empática con mi conciencia. 
Digo que si mi vida fuera entre las pareces de una tubería, y que yo fuera el céntimo que rueda entre ellas, la oscuridad insegura habría frenado mi recorrido, y que notaría como me oxido lenta y dolorosamente mientras mi luz se apaga... por desgracia, esto no es parte de mi imaginación, asumo que es un hecho, mi realidad, mi verdad, y ante las adversidades es fácil hacerse rebelde, incluso desertor. Es fácil ser lo suficientemente malo, es fácil ser el demonio de nuestro propio infierno.
Y ahora, en este preciso instante, me rindo. No habrá más , ya es suficiente castigo.Han desaparecido los logros y los objetivos prescritos dentro de mi cordura efímera, cansada y perdida,vacía en contenido.Ya se escucha una, mi voz latente ,cantar al unísono en mi silencio,y acompañada de lamentos y castigos que no exigen revancha, sino martirio.Os desharéis en vuestra mente de mi recuerdo,ridiculizaréis insensibles, la razón de mis actos,escupiréis sin dudar en mi nombre,y yo estaré ahí, inerte, para contemplarlo. Maldigo y maldeciré el caos en el que me han asumido, en la mentira carnosa a la que me han cebado,en una pútrida fé que venia adherida en una verdad a medias sin mensajero. Mas siempre quedará  un día, un grito de guerra en el anonimato, un acto de presencia entre flores condenadas a ser vidas marchitas; el día en el que recuerda que muchos han caído en el olvido.